El olivar es el principal cultivo leñoso y de los que ocupa mayor extensión en superficies con clima mediterráneo, pues puede crecer en distintos tipos de suelo aunque preferentemente los suelos ligeros, franco-arenosos con drenaje que eviten condiciones de asfixia radicular. Los nuevos sistemas de producción y la expansión del regadío junto a un correcto manejo de la fertilización han permitido regular la vecería y homogeneizar las producciones anuales. La principal demanda en fertilización es el nitrógeno y el potasio, este último especialmente cuando se obtienen producciones altas. El manejo de los fertilizantes va ligado al ciclo de cultivo, fase vegetativa y generativa; pero también al resto de prácticas culturales y a las condiciones específicas de desarrollo, existiendo un amplio abanico de posibilidades desde la fertirrigación a las aplicaciones foliares a las que responde correctamente. El olivo requiere cubrir sus necesidades de boro siendo este el micronutriente más importante a tener presente junto al hierro y el calcio.