Los perales crecen mejor en los suelos con buena aptitud para el cultivo de frutales como son los suelos profundos sin niveles freáticos superficiales y con texturas franco-arenosas para garantizar cierto drenaje. En ellos, el sistema radicular tiene un buen desarrollo y actividad que acompañado de una correcta gestión de la fertilidad del suelo y del riego permitirán obtener las producciones deseadas. La fertilización debe procurar cubrir las necesidades que se requieran en cada explotación y cada etapa del ciclo de cultivo. El nitrógeno y el resto de nutrientes, salvo el zinc, pueden aportarse al suelo mediante el riego, o aplicarse en surcos cerca de las raíces. La distribución del fertilizante debe ser de forma equilibrada y no acumulándose en la base de los pies de los árboles. Los fertilizantes de liberación controlada son un método seguro de fertilizar.