La elección y selección del material vegetal es muy importante ya que debemos partir de unas plantas sanas con un buen sistema radicular y tendremos que clasificarlas por su tamaño y vigor para poder tener un cultivo lo más homogéneo posible. Será necesario realizar una analítica de suelo para poder determinar las enmiendas que tendremos que hacer para conseguir el pH adecuado y para aportar los nutrientes necesarios. El pH debe estar entre 6,5 y 7, no conviene que sea más ácido ya que se desarrollan con más facilidad los hongos, si fuera ácido haremos aportaciones de Carbonato cálcico, si es demasiado alcalino lo reduciremos con aportaciones de Azufre o Sulfato de hierro. Según este análisis aportaremos aquellos nutrientes que necesite nuestro cultivo y que no estén contenidos en el suelo y que no sean tampoco aportados por el agua a la que también se le hará una analítica detallada. Utilizaremos un abono de fondo de liberación controlada para mantener la planta nutrida constantemente y en fertirrigación algún abono complejo que complete las necesidades del cultivo. Estos cultivos como la mayoría pasan por diferentes estados fenológicos y para cada una de ellos aportaremos un equilibrio de abonado diferente. Al principio recién trasplantado serán necesarias aportaciones de Nitrógeno y Fósforo para conseguir crecimiento constante pero también desarrollo radicular, que será la base de nuestro cultivo, cuando el cultivo esté más avanzado incrementaremos las aportaciones de Potasio, Calcio y Magnesio así como de oligoelementos de ésta manera conseguiremos plantas más sanas y fuertes y alcanzar producciones de flor cortada de gran calidad y durabilidad.